El calentamiento global es el aumento de la temperatura de la Tierra gracias el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas natural y metano) y otros productos tóxicos que forman una capa gaseosa en la atmósfera que impiden que el calor proveniente de los rayos del sol salgan, creando así lo que se conoce como efecto invernadero.
Contrario a lo que podría creerse, este efecto es un fenómeno útil y natural producido por la misma Tierra y sin él nuestro planeta se convertiría en una roca congelada con una temperatura alrededor de 20 ºC bajo cero.
Los gases contaminantes provocan que la energía solar quede atrapada en la atmósfera, y sólo basta una leve modificación de la temperatura, para que se rompa el delicado equilibrio de la naturaleza. Muchos de estos gases han abierto un agujero en la capa de ozono, que es el mecanismo que tiene la atmósfera de la Tierra para filtrar los rayos ultravioletas provenientes del sol. Este agujero ha incrementado 4 veces su tamaño desde 1980.
El Protocolo de Kyoto
Los gobiernos de los países industrializados acordaron, en 1997, firmar el Protocolo de Kyoto del Convenio Marco sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas. El acuerdo entró en vigor sólo después de que 55 naciones, que suman el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo ratificaron. En la actualidad, 129 países lo han confirmado alcanzando el 61,6 % de las emisiones, tal y como lo indica el barómetro de la ONU.
El objetivo del Protocolo de Kyoto es conseguir reducir un 5,2% las emisiones de gases de efecto invernadero globales sobre los niveles de 1990 para el período 2008-2012. Este es, hasta el momento, el único mecanismo internacional para empezar a hacer frente al cambio climático y minimizar sus impactos.
Contrario a lo que podría creerse, este efecto es un fenómeno útil y natural producido por la misma Tierra y sin él nuestro planeta se convertiría en una roca congelada con una temperatura alrededor de 20 ºC bajo cero.
Los gases contaminantes provocan que la energía solar quede atrapada en la atmósfera, y sólo basta una leve modificación de la temperatura, para que se rompa el delicado equilibrio de la naturaleza. Muchos de estos gases han abierto un agujero en la capa de ozono, que es el mecanismo que tiene la atmósfera de la Tierra para filtrar los rayos ultravioletas provenientes del sol. Este agujero ha incrementado 4 veces su tamaño desde 1980.
El Protocolo de Kyoto
Los gobiernos de los países industrializados acordaron, en 1997, firmar el Protocolo de Kyoto del Convenio Marco sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas. El acuerdo entró en vigor sólo después de que 55 naciones, que suman el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo ratificaron. En la actualidad, 129 países lo han confirmado alcanzando el 61,6 % de las emisiones, tal y como lo indica el barómetro de la ONU.
El objetivo del Protocolo de Kyoto es conseguir reducir un 5,2% las emisiones de gases de efecto invernadero globales sobre los niveles de 1990 para el período 2008-2012. Este es, hasta el momento, el único mecanismo internacional para empezar a hacer frente al cambio climático y minimizar sus impactos.
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